Antonio Luquero | Vallecasweb
Anoche disfrutamos en Vallecas de un partido en el que se enfrentaron dos maneras muy distintas de concebir el fútbol. De un lado, la empresa multinacional Real Madrid S.A. saltaba al terreno de juego con el objetivo, dicen que loable, de ganarlo todo poniendo para ello todos los medios —fundamentalmente recursos económicos— a su alcance. De otro, el Rayo Vallecano, Sociedad Anónima Deportiva sólo en el nombre, con la misión primordial de conseguir la permanencia.

Aunque parezca mentira, los segundos disfrutaron del partido con el objetivo de la temporada prácticamente conseguido, mientras que los primeros, los de los millones, los del fútbol vistoso, los del “¡uuuhhhh-uhhhh!” troglodítico a cada gol que consiguen, veían como el Rayo Vallecano les pasaba literalmente por encima. Prepotencia y humildad, compartiendo un mismo terreno de juego.

Es imposible hablar de un Rayo-Real Madrid sin poner sobre la mesa la diferencia económica y de organización tan descomunal que existe entre ambos equipos. Lo digo porque es muy común leer en periódicos, escuchar en radios y ver en televisiones comentarios y análisis del partido como si de entre dos equipos iguales se tratara, alabando lo “buenos” y espectaculares que son algunos jugadores —remontémonos al Real Madrid-Granada de hace unos días— y lo malos y lo poco que aguantan los demás equipos los envites de Barcelona y Real Madrid.

Por ello, y tirando de calificativos a lo bestia, como harían en estos medios deportivos que sólo ven el fútbol desde el punto de vista de los “grandes”, me atrevería a decir que el Rayo le pasó por encima al Real Madrid, lo encerró, lo ninguneó, y sacó la escoba para que cientos de millones de euros —los que valen todos estos futbolistas internacionales, calificados como “la crème de la crème” del fútbol mundial—, fueran barridos y arrastrados por el césped de Vallecas como si de un equipo de alevines se tratara, pidiendo penaltis y protestando al árbitro porque, sorprendentemente, pitaba a favor del Rayo.

Manucho, muy combativo durante todo el encuentro, intenta arrebatarle el balón a Carvajal. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

El apoyo de la afición rayista al equipo fue sensacional durante todo el partido. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Mientras Cobeño da instrucciones a sus compañeros, Cristiano Ronaldo se entretiene explotando este “racimo” de globos caídos desde la grada. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Paco Jémez premió a Miku con su debut en Vallecas ante el Real Madrid. El venezolano salió al terreno de juego “tan enchufado” como el resto de sus compañeros. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Puestos en valor el nivel económico del Rayo, y el del Excelentísimo Señor Don Real Madrid Club de Fútbol, la hazaña protagonizada anoche por los de Jémez se queda pequeña en calificativos. De hecho, el 0-2 en contra es visto por la afición del Rayo como una victoria. Porque aquí, en Vallecas, sabemos quiénes somos y de dónde venimos, y con qué presupuesto contamos, y que la mayoría de los jugadores son “prestados” pero que se involucran hasta la médula con el equipo y su entrenador, y que las televisiones nos dan “dos mierdas” en el reparto televisivo (dicho sea sin ánimo de defecar ni de ofender al diccionario, que incluye la palabra entre sus sustantivos ilustres) pese a ser uno de los equipos que mejor juega en esta Liga creada para hacer cada vez más grandes a los peces gordos, y más insignificantes a los “pezqueñines”.

Que el Rayo encerrara y dominara al Real Madrid no fue noticia para el buen aficionado al fútbol en Vallecas. De hecho, había un presentimiento general de que esto sería así. Como había otro que te hacía pensar que a las primeras de cambio te meterían dos goles, o tres, en cuanto tuvieran su primera oportunidad. Algo sencillo de entender porque el Real Madrid tiene —la chequera— muy larga. Tal vez la sorpresa la vivieron aquellos aficionados madridistas llegados de numerosas partes del mundo, que vieron en silencio, desde la grada, cómo un equipo de escaso renombre estaba poniendo en solfa uno de los objetivos de los blancos, que como dijimos al principio es ganarlo todo, empezando por la Liga.

El Rayo perdió anoche en el marcador por 0-2, pero ganó en todo lo demás. Metió el miedo en el cuerpo a millones de aficionados en todo el mundo durante más de una hora. Dio una imagen de la que sentirse enormemente orgullosos. La afición, aparcadas momentáneamente las “disfunciones” entre directiva, fuerzas de seguridad y Bukaneros, volvió a tirar del equipo aunque con evidente falta de sincronización —¡por favor, es necesario que vuelva el micrófono del fondo ya!—.

Los druidas, los gurús, estos que saben tanto de fútbol, intentan equiparar que la primera parte fue para el Rayo, pero que la segunda fue del Madrid. Ya me contarán si tiene el mismo valor deportivo que el Rayo domine durante todo un tiempo al Real Madrid, o que sea éste —el “inventor” de la Copa de Europa— el que domine a un equipo rayista situado generalmente en la parte media baja de la tabla configurado a base de corazón, esfuerzo, y poco más. Si siguen trabajando con estos parámetros, dedíquense también a la crítica del berberecho marino, comparando entre el salvaje y el salido de una piscifactoría.

Volviendo al fútbol de verdad, no al de los petrodólares, el Rayo se ha consolidado como uno de los equipos más solventes en lo deportivo de esta Liga de los Estrellados. Si la gestión económica lo permite, y los resultados y los ingresos parecen ir a la par, sería buen momento para tomar nota de lo que dijo Paco Jémez en rueda de Prensa, en el sentido de que hay que pensar en crecer, asegurando la continuidad del entrenador, secretario técnico y una parte importante de la plantilla. De no ser así, según lo ve Jémez y cualquier aficionado rayista con ojos en la cara, el paso atrás podría suceder más pronto que tarde.

(*) En la imagen que abre esta información, Iker Casillas intenta atajar un balón a disparo de Kakuta. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

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