Antonio Luquero | Vallecasweb
En los años '90, un producto de limpieza para baños puso de moda —gracias a un anuncio de televisión— una frase que ha llegado hasta nuestros días: “El algodón no engaña”. El anuncio en cuestión aseguraba que aunque parezca que algo está impoluto, no podemos saber si la limpieza está o no bien hecha hasta que pasamos un algodón y comprobamos si hay restos de suciedad. Sirva el símil para comparar el estado impecable del baño del anuncio, con el aspecto lamentable que presenta el Estadio de Vallecas, una instalación que sin ningún género de dudas nunca superaría la prueba del algodón.

El cierre del Estadio de Vallecas por la Comunidad de Madrid no ha sorprendido a nadie, por mucho que el Rayo Vallecano abra mucho los ojos y asegure en un comunicado que el anuncio le llegó “sorpresivamente”. Desde hace años, quienes nos acercamos por el campo de fútbol de Vallecas somos testigos directos del deterioro y falta de mantenimiento que lleva sufriendo desde hace décadas, de ahí que lo sucedido ahora no sea precisamente una sorpresa.

Tras el hecho consumado del cierre llega el momento de buscar responsabilidades. De un lado está la Comunidad de Madrid, propietaria de la instalación, que no ha acometido las obras necesarias para subsanar una ITE (Inspección Técnica de Edificios) que tiene suspendida desde el 1 de octubre de 2012 (ya ha llovido desde entonces, hace casi 6 años). La Comunidad de Madrid debería haber programado las obras en tiempo y forma adecuados para evitar incomodidades a los espectadores y no poner en peligro su seguridad. De otro, el Ayuntamiento de Madrid, que ha permitido a esta instalación seguir funcionando sin poner remedio ni sanciones por ello. Por último el Rayo Vallecano, que se escuda en que él sólo es un “inquilino” para desentenderse del estado del “edificio”, sin asumir su responsabilidad en la parte que sí le corresponde de limpieza, iluminación y mantenimiento operativo de la instalación.

El cuarto actor en todo este “enredo” es el aficionado, del que nadie se acuerda salvo que se levante una tormenta y caigan unos cuantos rayos, como es el caso. Los aficionados son quienes, a falta de actuación por parte de Comunidad de Madrid, Ayuntamiento y Rayo Vallecano, han hecho visibles las graves deficiencias gracias al altavoz que suponen las redes sociales y los medios de comunicación. A todo ello, se ha unido el infortunio de la caía de un niño por el hueco de una barandilla en el partido ante el Sevilla C.F., lo que ha hecho saltar las alarmas y ha servido de catapulta definitiva para el que caso alcance una dimensión no prevista por los responsables principales.

Pese a los esfuerzos por parte de Comunidad, Ayuntamiento y Rayo Vallecano por echar balones fuera e intentar adjudicar las culpas al del al lado, hay situaciones indiscutibles que por mucho que intenten distorsionar nunca se convertirán en verdad. De un lado está la dejadez de la Comunidad de Madrid, que ha permitido que el estadio alcance una situación que a simple vista parece de ruina, con unas obras tardías y escasas en tiempo, forma y presupuesto. De otro, la “vista gorda” del Ayuntamiento de Madrid a la hora de exigir las medidas necesarias para que la ITE resultase favorable, “detalle” que no suele tener con los particulares. Por último el Rayo Vallecano, que se presenta como el pobre “inquilino” y no asume que hay aspectos de mantenimiento de la instalación que le corresponde acometer y costear.

Una llave de paso suelta en un aseo del Estadio de Vallecas, durante el primer partido frente al Sevilla. (© Foto: VALLECASWEB.COM)

Las palomas, en Vallecas, se ceban también con los respaldos de los asientos. (© Foto: VALLECASWEB.COM)

Nada que ver, en cuanto a limpieza, entre las zonas recién remodeladas y las antiguas. (© Foto: VALLECASWEB.COM)

Los aficionados se alarmaron por el cimbreo constante de la Tribuna Alta de la Avenida de la Albufera. (© Foto: VALLECASWEB.COM)

No es verdad, por mucho que Raúl Martín Presa lo repita una y otra vez en todos los medios de comunicación en los que se prodiga, que el Estadio de Vallecas tenga una y hasta dos limpiezas generales antes de cada partido, aunque se ofrezca a enseñar las facturas que lo certifican. De ser cierto, la empresa que lleva a cabo dicha limpieza se está riendo de él y de todos los aficionados, porque hay zonas del Estadio que no se limpian desde hace meses, por no decir años. Cuando quiera me ofrezco a hacer un “tour” con él por el Estadio para enseñarle dónde se encuentran y, de paso, recomendarle que cambie la empresa de limpiezas por otra más eficiente.

En el primer partido de Liga frente al Sevilla, pude ver a aficionados rayistas que, armados con bayetas y toallitas higiénicas, se afanaban en limpiar sus asientos no ya de polvo o residuos de las obras, sino de suciedad y cagadas de paloma solidificadas que, evidentemente, no llevaban allí cuatro días. Cuando un aficionado va pertrechado desde su casa con bayetas y productos de limpieza a un partido de fútbol, es que su experiencia le dice el “estado” en que se va a encontrar su asiento habitual.

Igualmente, se siguen repitiendo un año más los problemas de acceso y evacuación del Estadio que llevamos denunciando desde hace años, con tramos con escasa o nula iluminación. La salida a la calle por las puertas 2, 4, 6, 8 y 10 de Arroyo del Olivar se hace a oscuras en los partidos nocturnos, teniendo los aficionados que bajar con mucho cuidado dos tramos de escaleras entre cientos de personas, con escasa visibilidad.

Acostumbrados a ascensos históricos, descensos dolorosos, gloriosas victorias y “tamudazos” que a punto estuvieron de hacer caer el Estadio, jamás se escuchó a los aficionados tener tanto miedo como el vivido en el primer partido de Liga por el cimbreo hacia ambos lados de la Tribuna Alta de la Avenida de la Albufera, producido por los brincos constantes de los aficionados del Sevilla. Los hinchas hispalenses no fueron ni los más ruidosos ni los más numerosos de cuantos seguidores tomaron asiento en la zona visitante en la dilatada historia del Estadio de Vallecas, por lo que el movimiento denunciado ahora no deja de ser, cuanto menos, preocupante.

Pese a las continuas denuncias por parte de los aficionados del Rayo Vallecano sobre el manifiesto deterioro de la instalación, las autoridades no se han decidido a intervenir hasta que se ha llegado a un punto de “acojone” en el que algunos se temen lo peor. Como suele suceder en este país, se hará cumplir la ley cuando se barrunta la catástrofe. Hasta entonces, el algodón ha salido sucio cuando se le ha restregado por las paredes sin que nadie haya movido un dedo para remediarlo.

(*) En la imagen que abre esta información, aficionados del Rayo Vallecano limpian sus asientos antes del inicio del primer partido de Liga. (© Foto: VALLECASWEB.COM)

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