16 Agosto 2012

Cuando los aficionados no pintan nada

Publicado en Deportes

TELEVISIONES, CLUBES Y JUGADORES MANEJAN EL FÚTBOL A SU ANTOJO

Antonio Luquero / Vallecasweb
Hola, ¿es usted aficionada, o aficionado, al Rayo Vallecano? ¿Y se ha abonado? ¿Sí? ¡Pues está perdido! Cuando un hincha del fútbol decide pasar por la taquilla y pagar por adelantado el dinero correspondiente a los partidos de toda una temporada, pica en el anzuelo de aquellos que manejan los hilos del espectáculo del “balón-negocio” redondo.

La temporada pasada, por estas fechas, los futbolistas paraban la Liga para defender sus maltrechos derechos. Este año, hasta hace cuatro días, eran los Clubes quienes dejaban caer que algo así podría suceder de nuevo, si el “pastel” televisivo no se repartía de una manera más “equitativa”.
Los derechos de las retransmisiones están, como se sabe, detrás de estas luchas de poder entre entidades, junto con los intereses económicos millonarios de las dos plataformas televisivas: Mediapro y Sogecable. Y aunque algunos equipos han mostrado su disgusto por el horario de los encuentros, lo han hecho con la boquita pequeña, mientras los bolsillos se les llenaban de millones de euros que posiblemente dilapidarán en breve.

Por todo ello, llama la atención que en todo este tinglado de intereses económicos y pseudodeportivos, nadie haya tenido en cuenta a los aficionados. El hincha del fútbol, al fin y al cabo, no deja de ser un bulto sospechoso que no genera más que gastos, y que en el mejor de los casos y con la excusa de que es “para dar colorido”, va al fútbol a tirar rollos de papel higiénico, que después hay que limpiar. También persiste en la “poco decorosa” costumbre de comer o incluso cenar en el estadio, llevando botellitas de plástico escondidas que obligan a cachear a todo el mundo, acude al aseo (con lo que se ensucia y atasca), protesta porque los asientos están sucios y mal señalizados y, para colmo, se molesta si no gana su equipo.

Tipos así no merecen más que el desprecio, y que se les tenga mareados con continuos cambios de día y hora que consigan disuadirles de asistir al estadio, eso sí, tras haber sacado y pagado el correspondiente abono de temporada. Incluso, poniendo un partido tarde y en un día frío, se puede conseguir que agarre un buen catarro, y que durante 15 días no aparezca por el estadio a hacer gasto, evitándose el cacheo, el paso por los tornos (se rompen mucho) y logrando un sustancial ahorro de personal y limpieza. Eso sí, se le regalarán entradas y se apelará a su “corazoncito” y a la “raya” esa que cruza el alma cuando el equipo, en peligro de descenso, vea que hay 12 ó 15 millones del reparto televisivo que se pueden esfumar a las primeras de cambio.

Si de las tres patas del negocio, dos –clubes y futbolistas-, han demostrado no tener ningún reparo en amenazar con la huelga para defender sus intereses, ¿para cuándo una movilización general de aficionados de la Liga que haga valer unos derechos cada día más pisoteados? ¿Por qué no una huelga de espectadores que paralice el Campeonato de una vez por todas?

El próximo 20 de agosto, lunes, día laborable como todo el mundo sabe, se estrenará el Rayo frente al Granada a las 9 de la noche. ¿Son el día y la hora adecuados para ir al fútbol? ¿Es lógico que un abonado en edad infantil acabe de ver el partido a las 11 de la noche, o es más normal que a esa hora esté en la cama soñando con Lass Esponja? ¿Y en invierno?, ¿habrá Apiretal suficiente para calmar tanto moco caído entre los aficionados más pequeños?
Es evidente que en este tinglado que los clubes, las televisiones y los futbolistas tienen montado, el aficionado no pinta nada. A los unos les defiende la Liga de Fútbol Profesional, a los otros el dineral que invierten en el espectáculo, a los terceros la tan temida Asociación de Futbolistas Españoles.

Y a los aficionados, a los abonados, a los únicos que sueltan la pasta por adelantado en este negocio, ¿quién los defiende? Pues en el caso del Rayo Vallecano, no parece haber nadie visible y contundente. Sus hinchas son Presa de una directiva que pasa desapercibida en las reuniones de los Clubes y que, más allá de las mismas, procura no pronunciarse sobre éste y otros temas que realmente afectan a la parte más vulnerable del negocio del balón redondo.

El asunto de los horarios, más allá de que el Rayo se involucre o no en la defensa de sus aficionados, tiene más recorrido. Habrá que ir pensando en si es lícito o legal que un espectáculo pueda poner a la venta un abono anual sin especificar ni el día, ni la hora, en que habrá “actuación”. Tampoco qué jornadas o en qué “funciones” concretas habrá sobreprecio a modo de días del Club. Habría que plantearse también si un aficionado puede reclamar la devolución de la parte proporcional de su abono, si un partido se ha fijado para un día, o en un horario, absurdos.

De momento, ese día, el día en que se reconozcan los derechos de los aficionados, no lo veremos. Como algunos no verán el Rayo-Granada porque ese día, y a esa hora, a lo mejor sólo puede ir al Estadio de Vallecas su tía. Su tía la del Rayo, claro...

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